POEMAS
Título: "Palabras con seudónimo"
El cariño de las flores
Las
rosas son las muchachas hermosas
que
embelesan el sol de la mañana
que
luce a raudales en la ventana
espinelas
de rubí majestuosas.
Sus
labios se abren en bocas ansiosas
que
se convierten en soberanas
con
la fuerza y belleza de una Diana
reposando
en frondas maravillosas.
Se
engalanan con todos los colores
níveos,
amarillo y anaranjados
carmesí
de seda con fragancias.
Su
talle curvilíneo de elegancia
se cimbrea
al son de vientos osados
despertando
el cariño de las flores.
No cortes la rosa
Si
una rosa ves, déjala crecer;
no
intentes cambiarla por un pecado;
déjala
en el vergel acostumbrado
en
el que se hace hermosa a su placer.
Si
intuyes que el tiempo no va a correr,
siéntate
tranquilamente a su lado
para
ver cómo el viento enamorado
la
circunda desde el amanecer.
El
galán deambula de feria en feria,
viniendo
del infierno de Siberia
hasta
besar los labios de la flor.
No
cortes del jardín las cosas bellas
que
se queda apagado, sin color,
y no
acude el amor si no están ellas.
El azul en las montañas
La
tarde se fatiga y aún hay sol
que
recorta el azul en las montañas
sobre
un bordado verde verderol
que
crece de la tierra en sus entrañas.
Un
viento frío recoge el sudor
que
a los pinos silvestres ennegrece
y da
un austero tono de color
que
contrasta con los claros que mece.
Las
sombras del atardecer caminan
solas
y en silencio, el bosque dominan
de
abajo arriba, en donde queda luz.
Asoma
en las cumbres un gris plateado
y un
amarillo que baja el taluz
junto
a un suave airecillo disgustado.
Juego de estrellas
Están
los días para y por quererte
el
iris de tus ojos me lo pide
y
entre los cristales del viento expide
rayos
de pasión en un mundo inerte.
Busco
con la mirada asirte fuerte
como
un vencejo que volando insiste
y
por los rincones del cielo embiste.
Mientras
quiera el corazón no habrá muerte.
Pero
la luz se va y se acaba el fuego
se
cierran las retinas en un beso
y
queda el aire prendido de amor;
luego
abres las pupilas en exceso
cristalina
fuente de resplandor
como
estrellas en rutilante juego.
Piel canela
A
esa mujer que quiero con locura
de
piel fina, de canela, radiante,
ojos,
pues sí, también es importante
de
abajo arriba cáliz de hermosura.
El
pelo, digo, etérea floritura
sobresalto
de caída constante
maromas
que riza el cabrestante
levantando
su peso con holgura.
A
esa mujer quise pero hoy no quiero.
Me
abandono en el mundo del olvido,
quedo
conmigo mismo reunido.
Ya
de ti tus encantos no venero
ni
las ausencias siento en desespero;
sólo
al tiempo le busco algún sentido.
Tarde creativa
Un
céfiro blando se enamora en el jardín
lleva
la ilusión de un beso para una rosa
por
su juventud y donaire la más hermosa
labios
carmesí y una sonrisa de arlequín.
La
planta que la enrama es de verde sarracín
que
la eleva hasta la punta de luz melosa
donde
el viento bonachón la cimbrea graciosa
hasta
que el sueño derrota al sagaz paladín.
El
cielo azul la recubre con telas de seda
y el
aura que se percata acelera a besarla
está
celoso de las nubes que traerán lluvia.
Se
enfosca la tarde que antes era toda rubia
no
tardan gotas que se acercan a agasajarla
pátinas
de color y aromas de rosaleda.
Décima a una rosa
Una
rosa me ilumina
con
sus pétalos hermosos
cáliz
de albor misterioso
protegido
por espinas
salerosa bailarina
que
el céfiro dócil besa
como
a primordial princesa
con
la mano en la cintura
ciñéndola
con ternura
traza
de niña traviesa.